Cuando a mediados de los 90, surgió el llamado fenómeno electroclash, fueron muchos los nombres que sonaron con fuerza, y la mayor parte de ellos herederos de la filosofía gigoló, capitaneada por DJ Hell. Nombres como Miss Kittin & The Hacker, Tiga o Fischerspooner, eclipsaron a otros como Christopher Just, Anthony Rother o el que ahora nos ocupa, el francés Kiko, que últimamente parece haberle cogido gusto al tech house de toque chic, pero que no abandona su pasión por los sonidos electro ochenteros.
Así, el productor galo se mueve como pez en el agua por terrenos electrónicos más cercanos al electro pop oscuro y acido, como ya demuestra en el tema que da título a la obra, aunque en la versión para el álbum, prescinde, en cierta medida del 4×4, para darle un aire más pop y menos tech. Lo que es similar en ambos es ese descarado homenaje al sonido Depeche Mode.
Para demostrarlo en 2008 sacó Slave Of My Mind, que fué distribuido por Different Recordings, el sublabel de la famosa casa PIAS (Play It Again Sam), antaño una de las piedras angulares de los sonidos electrónicos más independientes.
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